EL MUNDO | 13/06/2013
Lo practican como deporte Oficinistas y amas de casa, las reinas del baile de la barra

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Dolor y amor. Una mezcla de esfuerzo y placer conecta a un bailarín de ‘pole dance’ con la barra, esa que lo dota de poder desde los primeros minutos. Aunque la sensación previa a cualquier contacto es la intimidación, cuando se le doblega con las manos y se sujeta entre las piernas, el proceso de conquista no tiene marcha atrás.

Ascender en la barra americana, dar giros, terminar de cabeza y sostenerse en el aire es posible, no sólo para gimnastas, bailarines o atletas. Profesionales de cualquier área, estudiantes y amas de casa han encontrado en aquí su mejor opción para ejercitarse, pero también para mejorar su autoestima y hacerle una burla a la rutina.

Sin embargo, aún en España –sucede menos en otros países– quienes lo practican son objeto de dudas cuando confiesan su gusto por este baile asociado al ‘striptease’. «Tengo en clase a dos chicas que no pueden contarle a sus novios que hacen pole dance», cuenta Roberto Carlos González, director de Pole Dance Madrid Studio.

Esta disciplina tiene su origen en la época de la Gran Depresión en Estados Unidos, en espectáculos itinerantes, donde las bailarinas eróticas aprovechaban las barras que sostenían la carpa para usarlas en sus números sensuales. Luego se hizo popular en los bares de ‘streaptease’.

Pero fue en los años 90 cuando la modelo canadiense Fawnia Monday lo ejecutó por primera vez como disciplina deportiva al corroborar los beneficios físicos que le generaba su práctica, como la tonificación de los músculos, la fuerza en piernas, brazos y abdomen y una mejor elasticidad, con resultados más rápidos que las clásicas rutinas en el gimnasio.

Verónica se sube al tubo y sostiene su cuerpo solo con la fuerza del brazo derecho. Esta fotógrafa lleva dos años practicándolo y hace unas piruetas con la barra que deja a las novatas con la boca abierta. Gira alrededor del caño con la fuerza de una mano, sube hasta el techo y baja de cabeza hacia el suelo.

Lograr mejores movimientos es posible gracias a la ayuda del profesor, que indica las posiciones o sostiene con sus brazos el cuerpo de las estudiantes mientras ellas adquieren la fuerza necesaria. También está el impulso que cada estudiante le imprime, por lo menos durante dos sesiones a la semana, para tener como resultado ascensos y giros en la barra desde las primeras clases.

Se le suma un componente erótico al bailar con sensualidad, lo quepotencia la feminidad, cuenta María del Carmen, y esto unido a un cuerpo tonificado, les hace sentir más seguras y confiadas, aseguran quienes lo practican.

Irina Piletskaya ve positivo el panorama en el país para esta disciplina. Rusa, residente en Madrid hace años, ha organizado campeonatos nacionales de esta disciplina. «Hay cada vez más escuelas y con mejor nivel, aunque en Madrid no hay más de cinco». Esta experta en la barra añade que está en trámite la petición para que sea deporte olímpico.

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